POR: P. MAYLIKO LIVETTE.
REVISTA VOCES DE PROVINCIA \ AÑO II EDICIÓN 02 | VWA LAKAY
Educar para la Paz en Haití
Desde hace varios años, el pueblo haitiano atraviesa un período muy difícil que le impide vivir bien, como se debería. La inseguridad y la violencia de todo tipo son factores claves que explican esta alarmante situación. Lo peor de todo es que nuestros líderes no están haciendo ningún esfuerzo para frenar esta situación que está afectando a muchos lugares del país. Un estado impotente es testigo pasivo de este torbellino que solo empeora cada día. Hay corrupción a nivel estatal. Sentimos miedo en el país, sobre todo a circular libremente por el continuo pandillerismo en las calles. Hay un aumento en la desconfianza hacia los extraños, así como entre personas cuyos vínculos son más o menos estrechos. Muchos confiesan su deseo de salir del país a toda costa en busca de la seguridad más básica. Esto se explica fácilmente si consideramos el aumento de los secuestros y la violencia, incluso el estrés crónico vivido casi todos los días. En las familias, los niños presencian impotentes escenas de violencia. En definitiva, todo esto nos muestra hasta qué punto el país se hunde en el abismo.
Queremos hacer de la educación un vector de paz para una nueva sociedad en Haití.
Nosotros, los Hermanos Maristas de la Enseñanza, somos conscientes de la evolución del problema. Y nos hacemos la pregunta frente a nuestra misión: ¿qué hacer ante la violencia en el país y en las escuelas? Por ello, como remedio, queremos destacar una nueva forma de educar a nuestros alumnos. “Educar para la paz para complementar la educación que los niños han recibido en casa”. Queremos hacer de la educación un vector de paz para una nueva sociedad en Haití. Para ello, uno de nuestros objetivos en las escuelas será la transmisión de valores morales. El vínculo con la familia se vuelve más importante con la participación de los padres. ¿No pasan los niños la mayor parte del tiempo en casa? Uno se pregunta qué valores se transmiten en la familia. Para algunos, no está nada claro. Debemos llenar este vacío en nuestros centros educativos. Transformémoslos en centros de paz y fraternidad. Hagamos de nuestras instituciones ambientes vivos donde los niños se conviertan en embajadores de la paz. Que, a través de sus gestos y su comportamiento, logren erradicar la violencia, esa plaga que azota el medio en el que se desenvuelven.
Estamos obligados a crear una nueva forma de educación. Esto apuntará a objetivos bien enfocados, valores para inculcar en nuestros estudiantes, tales como:
Mejorar la relación con los demás.
Cultivar la tolerancia aceptando que el otro es diferente.
Practicar la comunicación asertiva.
Tratar a los demás con amabilidad y respeto.
Desarrollar el amor al prójimo y el espíritu de solidaridad.
Convertirse en un modelo a seguir para los más pequeños.
Ser un modelo de persona valiosa.
Establecer un curso de interioridad basado en la meditación y la relajación.
El Haití del mañana con el que soñamos será imposible sin un compromiso personal de nuestra parte para lograr un cambio real y radical. Para lograrlo, todos debemos trabajar en la construcción de la paz para nuestro país. Debemos, ante todo, formar los corazones y las conciencias de nuestros alumnos.
“Los niños de hoy, los líderes del mañana”.
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