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Foto del escritorMaristas México Occidental

SER LAICO MARISTA HOY

POR: RICARDO ALONSO GARCÍA

REVISTA VOCES DE PROVINCIA \ BLOG III | VOZ EXPERTA

 


Cuando Jesús inicia su ministerio, de las primeras cosas que hace, fue convocar a cuatro pescadores. En el evangelio de Marcos 1, 16-18 dice lo siguiente: Iba Jesús caminando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red en el lago. Jesús les dijo: — Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. Ellos dejaron al punto sus redes y se fueron con él. El evangelio presenta un llamado y una respuesta radical por parte de los pescadores: Jesús llama a los primeros discípulos para estar con Él, y ellos, dejando su vida ordinaria lo dejaron todo por seguirlo.


Por mucho tiempo en nuestra Iglesia Católica se vio este llamado exclusivo para los hombres y mujeres consagrados y consagradas. Las y los laicos quedábamos solamente como espectadores de la vida eclesial, aquellos que recibíamos las enseñanzas de las personas consagradas. Como solo receptores de los sacramentos y, en un nivel jerárquico, los que estamos hasta abajo de la pirámide eclesial.


Después del Concilio Vaticano II, la labor de los laicos y laicas, poco a poco, ha sido de protagonistas en la construcción del Reino de Dios. Al igual que los consagrados, los laicos, también recibimos un llamado que parte del amor incondicional de Jesús, un llamado a dejarlo todo y seguir a Jesús. Esto implica, que a la par de los consagrados, los laicos estamos llamados a estar con Jesús y luego salir a predicar la Buena Nueva del Reino de Dios (leer Marcos 3, 13-14)


Hoy en día, en nuestra Iglesia, es necesario que cada día más laicos y laicas respondamos a este llamado que Jesús nos hace. Es urgente que transmitamos el amor que Dios nos regala todos los días. Demos testimonio con nuestras vidas lo que Dios ha hecho con nosotros. En particular los maristas, estamos llamados y llamadas a mostrar el rostro misericordioso del Padre. Este es el gran sueño de Champagnat y los primeros maristas. Ellos soñaban que toda la Iglesia fuera marista, que toda la Iglesia muestre ese rostro materno de Dios. En el documento “Ser Laico Marista” dice lo siguiente en las paginas 24-25: La vocación laical marista es una realidad entre nosotros. Esta vocación es una forma específica de ser discípulos de Jesús al estilo de María, siguiendo la intuición de Marcelino Champagnat. Las diversas expresiones de vida marista que se dan actualmente en el Instituto son oportunidades para el desarrollo de esta vocación laical.


¿Qué es lo especial que un laico marista aporta a la Iglesia? Sin duda alguna, lo más característico es seguir a Jesús al estilo de María. Sólo reflexiona, como maristas, tú y yo estamos llamados a amar a Jesús como María lo ama. Así es, este es el límite. Si como laicos y laicas entendemos este tremendo llamado, nos daremos cuenta que tenemos una misión muy específica: dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Esto nos implica que primero debemos amar a Jesús como lo ama María y luego motivar a más personas a amar a Jesús con esta intensidad. Pensarás, -no es nada fácil-, a lo mejor no, no es fácil, pero no es imposible, es sólo decidir seguir a Jesús.


Por eso, el gran llamado que tenemos el día de hoy, como laicos y laicas, a la par que, con los Hermanos Maristas, es dar testimonio de este profundo amor. Mostrar al mundo que se puede vivir de una manera diferente, de una manera más apasionada y así distinguir en nuestras realidades este camino de seguimiento con Jesús. En nuestra Provincia Marista de México Occidental hemos iniciando este camino donde laicos y laicas buscamos vincularnos a esta hermosa espiritualidad, hacerla nuestra y compartirla en nuestras distintas realidades. No tengamos miedo a este llamado y colaboremos junto con los Hermanos en la construcción del Reino de Dios al estilo de María. Mostrando, como laicos y laicas, el rostro misericordioso de Dios.


Hoy es el gran llamado que nos hace la Iglesia, que como laicos y laicas asumamos nuestra vocación y seamos testigos del Evangelio. Insisto, ¡seamos instrumentos de la misericordia de Dios y reflejemos en nuestros rostros y con nuestra vida, que seguir a Jesús al estilo de María es una manera de transformar el mundo, un mundo donde se vida la paz, la justicia, el perdón y el amor! ¿Te atreves a seguir a Jesús al estilo de María?

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