REVISTA VOCES DE PROVINCIA | BLOG IV | VOZ ACTIVA
En un mundo que a menudo levanta muros invisibles, muros de prejuicio, de incomprensión, de estereotipos que separan culturas y alejan corazones, la Familia Marista se levanta como un faro luminoso de unidad, desde las aulas vibrantes de un colegio marista aquí en México, llenas de la alegría y diversidad de nuestros jóvenes, hasta las misiones comprometidas en rincones lejanos del mundo, donde se abrazan realidades diversas y culturas desconocidas, un mismo espíritu nos impulsa, una misma misión nos anima: el espíritu de familia marista.
Pero no sólo hablamos de muros físicos y tangibles. En nuestra realidad global, enfrentamos muros invisibles que son igualmente divisorios y dolorosos. Son muros mentales, emocionales y sociales que se manifiestan de diversas maneras. Consideremos, por ejemplo, el muro amplio y extendido de la discriminación, en todas sus formas...en donde nuestras instituciones deben ser faros de inclusión, nuestros corazones deben ser refugios de acogida para quienes son marginados, y nuestras voces deben alzarse en defensa de la justicia y la igualdad para todos. Derribar los muros de la discriminación es aportar a la visión de una red de escuelas, proyectos y comunidades que se extiende por todo el mundo. Ante estos muros que nos desafían, se levanta una llamada a la acción: una invitación a que sigamos uniendo corazones y construyendo puentes. Sigamos siendo faros de luz para aquellos que más lo necesitan, especialmente en un mundo que a menudo se oscurece por la división y la injusticia.
La fuerza de la Familia Marista para derribar muros y construir puentes reside en la universalidad de nuestro carisma. Los valores maristas, inspirados en el corazón de Marcelino y la buena madre, que resuenan y se manifiestan de manera vibrante en diversas culturas alrededor del mundo.
Hermanos y laicos maristas de México, somos parte de una familia sin fronteras. Llevemos este espíritu de unidad a nuestros colegios, a nuestras comunidades, a nuestro trabajo diario. Esta conciencia nos invita a ser ciudadanos del mundo, comprometidos con la construcción de un futuro más justo y fraterno.
Marcelino Champagnat nos dejó un legado que trasciende fronteras geográficas y culturales: “Todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes”, nos decía. Su visión de una obra marista extendida por el mundo entero sigue viva y nos interpela hoy. La Familia Marista, en su diversidad y unidad, es un testimonio de que es posible construir puentes donde otros levantan muros, de que la fraternidad global es un ideal alcanzable.
Es por eso que Marcelino no concibió su obra para un solo lugar, sino para el mundo entero. Su visión era universal.
Y tú ¿Cómo vives el vínculo global marista?
Comments