POR: HNO. SERGIO CÁCERES VERA
REVISTA VOCES DE PROVINCIA \ BLOG I | VOZ DE SERVICIO
Cada vez somos más conscientes de que estamos viviendo un mundo en constante cambio, donde la información fluye a un ritmo vertiginoso y los desafíos se multiplican. Desgraciadamente, la escuela parece ir más despacio que todo lo demás. Ya no podemos seguir repitiendo esquemas educativos pasados, debemos formar para el futuro, y uno de esos nuevos campos formativos que debemos atender es el tema del liderazgo, como la herramienta que guiará a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes de hoy hacia una vida plena, integrada, con un proyecto de servicio y participación social: ¡buenos cristianos y buenos ciudadanos!
El ser líder no se trata de un don innato, reservado a unos pocos, sino de una habilidad que se puede y se debe desarrollar desde la infancia a través de la educación.
La escuela marista, como espacio de formación integral, juega un papel fundamental en la promoción del liderazgo de nuestros alumnos. No basta con transmitir conocimientos, sino que es necesario brindarles las herramientas y oportunidades para que aprendan a tomar decisiones, resolver problemas, trabajar en equipo, comunicarse de forma efectiva y, sobre todo, a creer en sí mismos. Todas ellas tienen que ver con las habilidades sociales y emocionales, y educar explícitamente en ellas es la primera estrategia para formar buenos líderes.
Fomenta el liderazgo en el día a día.
Los alumnos pasan muchas horas a la semana con nosotros, construyendo aprendizaje, conviviendo y aprendiendo en comunidad. De ahí que, desde nuestras interacciones diarias con ellos podemos hacer mucho para que desarrollen las habilidades propias de un líder. A continuación, te comparto algunas de las cosas que puedes hacer (o que ya haces) y que pueden reforzar las habilidades sociales y emocionales que tus futuros líderes.
1. Ofrece oportunidades de liderazgo.
En las actividades de servicio a la comunidad o de experiencias solidarias (o de cualquier otro tipo), permite que sean ellos quienes organicen, motiven y distribuyan las tareas (por supuesto de acuerdo a su edad), dispón de tiempos para planear, escucharles y, sobre todo, acompañarles durante el proceso, dándole importancia a la recuperación y evaluación de la experiencia realizada y a su participación en la misma. Además, en el día a día, delega responsabilidades a tus alumnos y confía en ellos.
2. Crea un ambiente agradable y positivo.
Las personas se desarrollan mejor en un ambiente positivo y seguro, en donde se sientan escuchados y valorados, en donde el error sea una oportunidad de aprendizaje y no para ser evidenciados ni ridiculizados. Reconoce y celebra sus esfuerzos y sus logros. Habla con ellos sobre el ambiente escolar y cómo podrían hacerlo más agradable, que sean ellos quienes propongan campañas contra el acoso escolar, por ejemplo. Fomenta la participación, la colaboración y el respeto mutuo.
3. Ofrece retroalimentación.
Es importante que ofrezcas una retroalimentación constructiva a tus alumnos (feedback), principalmente de aquellas actividades que le requirieron más esfuerzo o después de un examen mensual, etc. Ayúdales a identificar sus fortalezas y debilidades y a mejorar sus habilidades. Ellos sentirán que lo que hacen en clase es importante y se darán cuenta que van avanzando en sus metas mediante pequeños pasos.
4. Da a cada alumno su lugar.
Es un error el pensar que los alumnos aprenden al mismo ritmo y con los mismos métodos. Al conocer sus necesidades, elabora diferentes dinámicas o usa herramientas para desarrollar la clase, hacer cosas diferentes será la clave para captar su atención. Diversificar las experiencias y métodos de aprendizaje de acuerdo con las diferentes inteligencias hará que no siempre sean los mismos alumnos quienes sobresalgan en el día a día, a cada alumno le das la oportunidad de brillar y ejercer su liderazgo.
5. Se tú el líder que quieres formar.
Los alumnos aprenden observándote, es importante que tú mismo muestres las actitudes que quieres que ellos desarrollen. Sé un líder positivo, entusiasta y comprometido con tu trabajo. Transmite confianza, fomenta la autonomía, anímalos en sus esfuerzos diarios, se flexible y adaptable ante las nuevas situaciones y no temas romper la rutina con creatividad.
Recuerda que el liderazgo es una habilidad que se puede aprender y desarrollar. Con paciencia, esfuerzo y dedicación, puedes ayudar a tus alumnos a convertirse en líderes fuertes y positivos. Tu esfuerzo de hoy dará muchos frutos más adelante. Recuerda que de las escuelas maristas han surgido grandes líderes: deportistas destacados, músicos, empresarios, presidentes, artistas, educadores, sacerdotes, y padres y madres de familia comprometidos. Personas que, como tú, están contribuyendo al desarrollo de nuestra sociedad.
Comments