Coincide este período con lo que los historiadores han llamado los años de “unidad nacional” y de “desarrollo estabilizador”, en que el país dejó atrás situaciones de violencia y polarización extremas y experimentó tiempos de prosperidad económica y desarrollo educativo.
A lo largo de estos veinte años nuestra Congregación recibió abundantes bendiciones de Dios que se manifestaron en numerosas vocaciones, que llenaron nuestras Casas de Formación (Juniorado, Noviciado, Escolasticado), en fundaciones de colegios de nivel primario, secundario y bachillerato, en la mexicanización de nuestros equipos de formación y de nuestros cuadros de gobierno provincial.
Nuestra oferta educativa se fortaleció y enriqueció a través de un abanico integral de actividades que además de una sólida y exigente educación intelectual, comprendieron la educación física (el deporte y la gimnasia), la educación musical (canto, orfeones y coros), la formación artística (dibujo, pintura, teatro, poesía, oratoria), la formación de la conciencia social y la educación religiosa. Como consecuencia de la elevación en la calidad de nuestra oferta educativa, la matrícula de nuestros colegios creció sustantivamente.
La educación religiosa incluyó la catequesis, la animación de grupos apostólicos (Cruzada Eucarística, y Acción Católica), la iniciación a la vida sacramental y eucarística y la devoción mariana.
Nuestra presencia se extendió entre otros a los siguientes puntos de la geografía nacional: Guadalajara (Colegios Cervantes), Monterrey, (Colegios Franco Mexicanos), Ciudad de México (Colegios México), Mérida (Colegios Montejo), Tepatitlán, Ocotlán, Aguascalientes, Cocula, Morelia, Pachuca, Irapuato, San Luis Potosí, Orizaba y Jacona.
Mención especial merecen: la Escuela Normal Queretana, fundada en 1944, en Querétaro, en la que se graduaron como maestros de educación primaria los hermanos que ingresaron a la Congregación en estos años y la Escuela Normal Superior, Nueva Galicia, de Guadalajara, fundada en 1947, donde adquirieron preparación profesional, como maestros de enseñanza media un número nutrido de hermanos y de maestros laicos.
Para los pobres impulsamos junto con otras Congregaciones Religiosas la benemérita obra del Patronato Nacional de Extensión Educativa, además de ocho escuelas semigratuitas en diversos puntos del territorio nacional.
La Editorial Progreso contribuyó a elevar la calidad educativa de numerosas escuelas a través de la edición e impresión de libros de texto que fueron apreciados y demandados.
El año de 1949 fue erigida la Provincia de Cuba–América Central, como resultado de la colaboración durante décadas de hermanos españoles, franceses y mexicanos, miembros de nuestra Provincia que, al contribuir al desarrollo del carisma marista en la Perla del Caribe, provocaron el crecimiento primero y el desprendimiento después de esta región.
La labor entregada de los hermanos, el amor al trabajo, una vida austera, el apoyo de los padres de familia y una buena administración permitieron la edificación de un número significativo de construcciones de colegios y casas de formación y el equipamiento de las mismas.
Como culminación de este período, el año de 1954, celebramos un Año Mariano para conmemorar el Centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, el año 1956 la Beatificación de nuestro Fundador Marcelino Champagnat y el 12 de diciembre del año 1959, el nacimiento de las dos Provincias Maristas Mexicanas: México Occidental y México Central.
Por todo ello damos gracias a Dios convencidos de la frase del Salmo 126, uno de los preferidos por nuestro Fundador: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los que la edifican.
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