Aprendo a cuidarme para construir hogares seguros

Los días 10, 11 y 12 de noviembre fueron un regalo para las personas que trabajamos en protección infantil en nuestra provincia. Te comparto lo que algunas/os de los participantes escriben:

“Recuerdo cuando me invitaron por primera vez a participar en este proyecto. En ese momento no contaba con ninguna experiencia en el tema, es más, ni tenía idea de qué se trataba, mucho menos a lo que me enfrentaría.

Después de algunos años trabajando a favor de la Protección Infantil, el alma se desgasta, pues no es fácil acompañar situaciones de dolor que viven algunas de nuestras niñas, niños y adolescentes. Durante este tiempo he vivido todo tipo de emociones: miedo, angustia, tristeza, enojo, ansiedad, alegría, satisfacción y muchas más. Ha pasado por mi mente renunciar, pues en muchas ocasiones siento que me rebasa la situación y es muy grande el desgaste emocional.

Pero este fin de semana en el Encuentro Provincial de Protección Infantil, he tenido la oportunidad de escuchar y compartir con compañeros de distintos lugares del país, compañeros valientes que viven realidades similares a la mía, y a pesar de todo, siguen firmes trabajando en sus comunidades.

Me han recordado que no estoy sola, que somos muchos los que estamos trabajando para hacer posible que nuestras obras educativas sean lugares seguros para nuestras niñas, niños y adolescentes. Consciente estoy de que aún falta mucho por hacer, sin embargo, estoy segura que, con la ayuda de Nuestra Buena Madre y Marcelino Champagnat, algún día podremos vivir en una cultura de paz, no sólo en nuestras instituciones educativas, sino también en nuestra sociedad.

La encomienda no es fácil, sin embargo, hoy refrendo mi Sí, ahora con una consciencia mayor. Reconozco que no soy la misma de cuando empecé, y eso lo agradezco, pues las experiencias vividas me han ayudado a crecer, no sólo en el área profesional, sino también en el área moral y espiritual.

Gracias a cada una de las personas que me han acompañado en este caminar. Gracias a quienes me han brindado alguna asesoría, conocimiento, tiempo. Gracias a quienes me han visto llorar y me han brindado palabras de apoyo, a quienes me han abrazado físicamente y con el corazón cuando más lo he necesitado.

¡Sigamos caminando juntos, para cuidar y generar una cultura de paz!

Blanca Estela Plascencia Iñiguez, Colegio Morelos de Tepatitlán.


“Este Encuentro Provincial de Protección Infantil representó para mí, por un lado, una fuente importante de aprendizaje, en referencia al cuidado de nuestras niñas, niños y adolescentes. Resultó sumamente enriquecedor aprender del equipo provincial, de mis compañeros e incluso de mí misma. Por otro lado, veo este evento como un punto de encuentro conmigo, permitiéndome ver la importancia de darle prioridad a mi bienestar, empujándome a comprender que en la medida en la que yo me encuentre bien, me será posible dar lo mejor de mí al otro.

A lo largo de los días, fui viendo en cada una de las personas que me rodeaban, un compañero de camino, un maestro y un amigo. A través de sus experiencias y sus propios aprendizajes, me permitían fortalecerme y cargarme de fuerzas para enfrentar el reto que conlleva en sí mismo esta labor. Al escuchar las experiencias exitosas de otros compañeros, al ver su compromiso y el amor hacia los chicos a su cargo, me brindó la motivación necesaria para ver, que los esfuerzos no son en vano.

A través de lo vivido, siento un profundo agradecimiento por la experiencia, por las enseñanzas y el cariño, por la sonrisa en cada uno de los rostros, que hasta ese día no había tenido el placer de conocer de forma presencial. Con ellos, sentí una conexión nacida del amor por nuestras niñas, niños y adolescentes y un gran compromiso de ayudarles. No me queda más que decir: ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!”

Margarita Gallegos, del Instituto Valle de Mexicali.


“Es la primera vez que nos reunimos de manera presencial después de la pandemia. Quisiera comenzar por expresar mi admiración a todas aquellas compañeras/os que, en dicha pandemia, tuvieron pérdidas dolorosas en sus familias y/o amistades. Que se animen a seguir sirviendo en su comunidad, pensando en las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ), después de esas experiencias tan dolorosas, de verdad es algo hermoso y digno de admirar; no todas/os podemos hacer lo mismo. Muchas gracias a todas ellas/os por tan maravilloso ejemplo.

El equipo de protección infantil siempre está al pendiente de los detalles, de las necesidades de todas y todos los que participamos. ¡Gracias!!!

Iniciamos con una dinámica muy oportuna de “autocuidado personal”. Si no aprendemos a cuidar de nosotras/os mismos, ¿cómo podemos cuidar de las/os demás? Me doy cuenta que cada vez es menos difícil abrir mi corazón; así que, cerré los ojos, abrí todos los demás sentidos y me dispuse a compartir situaciones muy personales; fueron acogidas, reconocidas y comprendidas por una jovencita muy agradable. De igual manera la escuché atenta; nos faltó tiempo para seguir compartiendo. Me di cuenta de algunas/os compañeros realmente conmovidos. Necesitamos ser escuchadas/os y me da gusto que lo tomen en cuenta.

La experiencia del contacto con la naturaleza, ahhh qué ricura; eso a mí me encanta; estuve largo rato platicando con “aquel” que me eligió; me hizo reflexionar sobre mi vida y mis pensamientos actuales. Lo agradezco.

Resolver casos reales en equipo me permite darme cuenta, que todas las escuelas atravesamos momentos difíciles y que el compartirlo, aunque no sea fácil ponernos de acuerdo, nos da oportunidad de revisar nuestras propias debilidades y fortalezas; además, nos permite compartir estrategias, actividades, aprendizajes, que puedan ayudarnos en nuestros casos particulares.

Al darse cuenta de todo lo que implica ser coordinador local de protección infantil, algunas compañeras/os nuevos, experimentan un poco de ansiedad. No tengo duda que lo van a hacer muy bien y que muy pronto estaremos aprendiendo de ellas/os.

Me encantó lo que compartió Paola, ya que responde a una inquietud constante en las escuelas: cómo ayudar a aquellas y aquellos que actúan con sus iguales de manera violenta. También, me deja “picada”, por decirlo muy a mi manera, el sondeo que hizo el Cervantes Costa Rica. ¡Híjole, si eso lo pudiéramos hacer en las otras escuelas! Creo que beneficiaría en la planeación de la prevención, pues estaríamos trabajando desde las necesidades que presenta nuestra escuela en particular. Pero ya sé, ya sé, el Hermano dijo que poco a poco. Espero que sea pronto.

Y bueno, por último, el cierre, que como siempre nos deja nostálgicos. Gracias por los detalles y por todo lo que nos fue brindado, la comida, todas las atenciones, todo excelente. Seguramente lo sabremos retribuir en el momento adecuado, renovando nuestro compromiso. Deseo que cada una de mis compañeras y compañeros sean acompañados y reconocidos por sus obras, para que sigan dando todo lo que hasta hoy han dado; y también los que van iniciando, para que no se asusten y quieran renunciar.

Bueno pues, gracias por tan bonita experiencia

María Casas Lira, Secundaria Montesinos (por allá, por el cerro de la biblia en Juárez)


“Para mí, el encuentro fue como un oasis en el camino, ya que, sin duda, el haber regresado a la manera presencial, luego de la pandemia, ha sido muy extenuante: el trabajo en las escuelas se ha multiplicado para todos.

Comenzamos el encuentro con un regalo para el corazón, Lo llamo así, porque los momentos donde podemos pausar, hacer silencio, compartir, sanar, son momentos que se llevan en el corazón; que necesitamos seguir propiciando para crecer y seguir llenándonos de vida. Este momento de crecimiento personal, de auto cuidado y de sanar el corazón, fue algo que todos agradecimos, ya que pasamos por la vida compartiéndonos y dándonos a los demás, a veces incluso a pesar de nuestro propio cuidado personal. Todos necesitamos un espacio que nos permita tomar conciencia de que es necesario abrazar la vida con todo lo que nos presenta, pues solo así podremos disfrutar del gran regalo que Dios nos hace día a día.

Otro momento reconfortante fue el poder reconocernos como hombres y mujeres valiosas que aportamos a la comunidad marista con todas nuestras fortalezas; sin duda cada uno de nosotros ayuda a formar hogares de luz en cada una de nuestras comunidades. Y esto necesitamos hacerlo al regresar a casa: reconocernos y cuidarnos nos hace más capaces de cuidar mejor a quienes nos rodean, en especial a nuestras NNAJ.

En el segundo momento del encuentro pudimos compartir sobre cómo se vive la protección infantil en los diferentes colegios de nuestra provincia; recuperamos el camino andado, analizamos casos que nos permiten vislumbrar caminos de acción, cuando se presenten en nuestra escuela.

Todas las herramientas compartidas fueron de utilidad para seguir motivando nuestro trabajo en el día a día. Todos los participantes queremos seguir trabajando en la promoción de la cultura de la paz en nuestras comunidades educativas maristas, queremos lograr motivar a todos los miembros para que juntos logremos construir espacios seguros para nuestras NNAJ.

Aún hay mucho camino por recorrer, necesitamos seguir formándonos en nuestras maneras de acompañar y dejarnos acompañar, de escuchar y de estar entre los jóvenes, nuestra meta es que ellas y ellos, nos vean a todos los maristas de Champagnat, como un hogar seguro.

Agradezco la oportunidad de compartir durante este encuentro. Que Dios y Nuestra Buena Madre sigan acompañando y animando nuestro caminar, apasionado por cuidar más y mejor de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes que nos han sido encomendados”.

Nadxielii Ruvalcaba Ruiz, Instituto México de Ciudad Juárez


                “Llegamos al encuentro desde diferentes frentes, con la idea de abrazarnos y encontrarnos con un mismo objetivo: niños, niñas y adolescentes que Jesús nos ha confiado en la misión, como maristas de Champagnat.

Desde mi sentir, el primer día fue muy fuerte, profundo e importante, lleno de sentido. No puedo entender mi misión de vida sino es desde mi propia historia: herida, fracturada, sanada y liberada. En muchos momentos, hicimos consciente el amor profundo y misericordioso de una presencia cercana, amorosa y en la cual puedo confiar mi vida.

Mi experiencia me permite sentirme profundamente agradecido.

Me doy cuenta que hace algunos años se hablaba del tema con miedo e inseguridades, inclusive hasta podíamos sentirnos culpables por hablarlo. Mi alegría hoy, es constatar que el tiempo nos ha permitido madurar y expresar, desde lo profundo, nuestros dolores y nuestras esperanzas.

Todos los que nos reunimos, coincidimos que nos falta hacer más; la realidad es compleja y nos supera. Oramos para que se sumen cada día más “hermanas y hermanos nuestros a esta búsqueda”, que “ninguna niña o niño, viva sin sentirse profundamente amado por Dios”; hagamos de nuestro trabajo y servicio como cita la metáfora: “hogares seguros”. Gracias: al equipo, a las personas que laboran en La Valla y sobre todo, a todos los asistentes, que hicimos posible esta experiencia; a sus colegios, y de manera particular, a sus familias. Dios nos bendice”.

Daniel Dorantes Arroyo, Centro Marista de Desarrollo, en Mérida.


“Fue una gran riqueza participar en un encuentro tan lleno de experiencias, de amor, compromiso y esperanza. Encontré que, en todas nuestras instituciones maristas, es importante promover y cuidar la integridad y la dignidad de toda persona, especialmente la de las NNAJ porque sus derechos son nuestro centro. Identificamos los diferentes tipos de violencias que atentan contra ellos, en sus diferentes manifestaciones y cuáles son las consecuencias en sus vidas.

También compartimos cómo podemos prevenir; surgieron nuevas acciones y nuevas posibilidades de mejorar en nuestras comunidades educativas, para que continúen siendo centros libres de violencia. Renovamos nuestro compromiso con la prevención y recordamos la importancia de dar énfasis a vivir el código de ética. Sabemos que es inevitable que haya desacuerdos, por eso trabajamos algunas herramientas para educar en la resolución de los conflictos que se vayan presentando.

Por otro lado, ser coordinadora local de protección infantil es un gran orgullo y una gran responsabilidad. Mi trabajo es promover el desarrollo progresivo de una cultura de paz y respeto en la comunidad educativa y asegurarme que se lleven a cabo los procesos de protección infantil; sensibilizar para que todos asumamos nuestra responsabilidad; dar a conocer las políticas provinciales y los derechos de las NNAJ. Soy invitada a servir, a trabajar en redes, a tomar las mejores decisiones, a dialogar y escuchar, a ayudar. Mi trabajo me enfrenta al gran reto de cuidar mi equilibrio y mi armonía emocional.

En este encuentro, viví distintas experiencias, pero lo más rescatable, fue darme cuenta que ser transparente, ayuda; que contamos con muchas herramientas, con capacidad para apoyarnos; que necesitamos construir ambientes emocionales afectuosos, de respeto y justicia, sin culpabilizar; que necesitamos dar acompañamiento y seguimiento a quien lo necesita. Además, viví en este encuentro gran alegría, seguridad y sobre todo esperanza.

Todas y todos los que laboramos como maristas, necesitamos comprometernos más, para garantizar el respeto y la protección integral en los derechos de nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes; también necesitamos, irlos formando para vivir los valores de convivencia, respetándose unos a otros, tejiendo vínculos afectivos adecuados, con habilidades para resolver sus conflictos; y con todo esto, promover una educación para la paz y el respeto a sus derechos. Mi objetivo principal es ser humana y acompañante, mi trabajo, es dar información y apoyo continuo para que esto sea realidad.

Yessica Rodríguez Ahumada, del Colegio Colón de Tepic.


El 10, 11 y 12 de noviembre fuimos convocados al Encuentro Provincial de Protección Infantil en el Spacio La Valla. Nos acompañan en este caminar, nuestro hermano Enrique Escobar, Ceci Estrada, que con dulzura y sutileza, provocó en nosotros un momento de introyección y reconstrucción y Carlos González, nuestro asesor, maestro de innumerables experiencias y volcado en nuestra enseñanza.

Hemos caminado en un terreno desconocido, aceptando la misión con el corazón que derrama amor, pero también con incertidumbre. Así nos encontramos, algunos con una nueva encomienda y otros con innumerables tareas y todos compartiendo un mismo sueño “forjar hogares seguros”, instituirlos, contagiarlos, protegerlos, cuidarlos…

El encuentro es un espacio destinado para verme a mí mismo, así hasta el fondo, en transparencia, para darme cuenta de cómo estoy y cuidarme con amor y cariño.

Una oportunidad de escuchar a todos esos que en la tierra se llaman “delegados” y quizá en el cielo sean “soldados de Dios”. Aprender de su incansable creatividad, de cómo acompañan y protegen a los más vulnerables, a los pequeñitos, a los que necesitan una voz. Todos aquellos que, con su trabajo en cada una de las obras, motivan, enseñan, contienen, sensibilizan, mueven conciencias con un solo propósito: construir una cultura de paz.

Se presentaron experiencias exitosas de diferentes obras que permitirán en cada comunidad explicar estrategias de difusión, abordaje, apoyo y evaluación. Estos escenarios son foros exponenciales generadores de procesos preventivos, de provención y de atención a niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

También pudimos estructurar y aterrizar nuestros proyectos en objetivos palpables, medibles y evaluables; puntos vitales que no pertenezcan a una persona o a un momento, sino que sean una prioridad para toda la comunidad educativa.

Analizamos diferentes tipos de escenarios de intervención, poniéndonos a prueba a nosotros mismos y fundamentando nuestras decisiones en los protocolos. Estos dan soporte a una respuesta respetuosa, empática y eficaz, respecto a la vulneración de los derechos de nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Son instrumentos que nos ayudan a dar puntualmente seguimiento a los hechos desafortunados que suceden en nuestras comunidades.

Revisamos también, nuestra tarea como agentes de motivación y sensibilización, que contagien a los colaboradores y personal que labora en las obras maristas, con la esperanza de que todos y todas, garanticemos la protección infantil.

Y qué decir del cierre: un momento maravilloso, para dar gracias por lo vivido, aprendido y convivido; un momento de unidad y trabajo de tribu, con lazos de cooperación y ayuda mutua aun a la distancia. Esto, sin duda, es ser marista.

Regresamos a casa fortalecidos, con innumerables recursos y muy claros de lo que en nuestras manos está, que son el centro de esta misión. Atendamos al llamado del XXII Capítulo General: “abramos nuestro corazón y escuchemos el llanto de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes… y convirtámonos en faros de esperanza”.

Paola De Alba Padilla, primaria marista de Guadalajara.

Add your thoughts

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *